jueves, 20 de octubre de 2011

Gadhafi… y lo peor del humano


Digo yo, ¿Qué pasa en el mundo? ¿Acaso serán los dolores de parto de la tierra, dando a luz a una nueva humanidad?  Los pueblos oprimidos se revelan a sus gobernantes opresores (refiero me a los indignados).  He sabido que la guillotina fue algo grotesco, y macabro.  Pero, es preciso matar a un hombre, subirlo a un auto en medio de semejante jolgorio, como sinónimo de éxito o liberación en pleno siglo XXI.  Me refiero a Gadhafi… ¿A dónde hemos llegado, o mejor dicho, de dónde no hemos podido salir? Claro, el tipo no era precisamente un santo, y peores cosas habrá hecho.  Jamás defendería a un supuesto genocida, catalogado de monstruo.  Sólo me preocupa la naturaleza humana que los crea y los elimina. También pienso mucho en la forma en cómo intentaron desmembrar a Tupac Amaru II, cuyas extremidades fueron atadas a varios caballos, para finalmente decapitarlo y exhibir partes de su cuerpo en diferentes regiones.  Pienso en la inquisición, las cruzadas, el holocausto judío etc.  Pienso mucho en la historia humana y el legado de muerte, dolor y sometimiento que hemos dejado a nuestro paso.

A Husein lo capturaron, le hicieron un juicio y finalmente lo mataron.  Algo más decente, pero al final: Muerte, muerte a un supuesto dictador. ¿Qué engendra la injusticia, la violencia, qué hemos venido creando?.  A Bin Laden lo “desaparecieron” en el mar, no hubo evidencia, aunque sí mucha incertidumbre.  Pero, por qué llegar al extremo de pasear un cadáver como si fuera reina de carnaval.  Es cierto, están cayendo los dictadores, de formas casi tan brutales a como gobernaron.  De igual forma, el pueblo los ha tratado.  Pero, ¿Qué está quedando?.  Una humanidad “dolida” y animalizada, violenta y dura, tal vez peor a la que ha bajado, un mundo que ha sobrevivido mal que bien, a muchas formas de muerte: Muerte intelectual, emocional, espiritual y física.  Tal vez un zombie, o un muerto vivo.  O será que la humanidad se contrae para recrearse a sí misma, cosechando todo el sufrimiento que hemos sembrado de generación en generación, para luego regenerarse. 
Me pregunto si cabrá a bien comparar lo que está ocurriendo en el mundo, con el mítico renacimiento del ave Fénix.  ¿Estaremos acaso contemplando el renacimiento de una especie, o sólo su fin?.  Cómo saberlo, si a veces el final se parece tanto al inicio, sobre todo cuando ambos extremos se originan precisamente en la nada…en nada.  Como quien dijo, que el momento más oscuro de la noche se da antes del amanecer, tal vez estemos presenciando un amanecer, un renacimiento, pero…esto como que está demasiado oscuro.  Ahora, la humanidad siempre ha sido cruel, sanguinaria, vengativa y proporcionalmente estúpida e inteligente.  Tal vez, la única diferencia sea que ahora vemos las tragedias a través del Twitter, mientras desayunamos plácidamente en la comunidad de nuestros hogares.  Entre tanto la tierra tiembla, los volcanes explotan y los otros se matan entre ellos.
Ayer precisamente, pensaba cómo el ser humano ahora sólo soporta que la realidad le llegue a través de la televisión (con los dichosos reality show) y prefiere ignorar la realidad de quien tiene al lado, e inclusive evadirse de la propia.  Tenemos las redes sociales, para recordarnos que seguimos siendo humanos, aunque sólo fuere a través de una pantalla electrónica.  Y la pregunta que me surge irremediablemente en la cabeza es: ¿Acaso nos merecemos algo más o mejor como especie?  Entre tanto, veo personas que prefieren apuñalear a sus hermanos por unos pocos reales, y a cada rato se llenan la boca con el nombre de Jesús y de un dios que han dibujado al talle de todas sus vilezas, perversiones o asquerosidades.  Luego, ¿Por qué me extraño que se pasee el cadáver de un tirano por las calles de su ciudad, si a diario limpiamos nuestras excresencias en el nombre de la sapiencia, la justicia, la libertad, la paz y en el nombre de Dios?
Hemos creado códigos conductuales, legales, religiosos, profesionales, éticos y morales para “garantizarnos” una interacción social adecuada y progresista.  Sin embargo, no sé por qué tengo la impresión de que dichos códigos fueron creados principalmente para evitar que nos matáramos los unos a los otros, como salvajes sanguinarios que somos y jamás hemos dejado de ser.  Sólo basta observar la manera como tratamos a nuestros ancianos, hembras y descendientes, como si ni siquiera respetáramos la ley natural de la continuidad de la especie.  Y de matarnos a nosotros mismos, hemos pasado a “someternos”, “esclavizarnos” y explotarnos mutuamente, bajo aquella palabrita tan prostituida como fatua que denominamos “civilización”.  Es decir, no lo mates solamente, explótalo al máximo primero.  Que sufra de hambre, enfermedad, penurias, destruye su valor individual y finalmente que muera de cualquier otra cosa.  A eso le llamamos civilización, es decir, explotación o muerte, es decir, explotación y muerte.
Lo más triste del caso es que solos, jamás pudiéramos sobrevivir al primer mes de nacido.  Pero nos unimos no pocas veces para lo peor, y aún sabiendo que “lo peor”, siempre resulta “lo peor”.  Circunstancias en la que nadie gana, sólo el que muere, o es victimizado, o se convierte en mártir.  ¿Por qué todas las asociaciones humanas, siempre degeneran y derivan en muerte, considerada en cualquiera de sus formas? Habrá de ser porque todo tiene una época de esplendor y otra de decadencia, nacimiento y muerte, pero… ¿Hasta cuándo?.  Si no nos matamos entre nosotros mismos, pues esperamos que nos mate una catástrofe climatológica, un desastre natural, una invasión extraterrestre, un virus, una bomba nuclear… ¡Lo que sea!.  ¿Será acaso que no nos soportamos a nosotros mismos? ¿Qué nos ha faltado como especie? ¿Qué hay de malo en el humano? ¿Por qué abundan tantas libres asociaciones de tan baja naturaleza?.  ¿Qué hay de grande en el humano, a parte de los edificios, los puentes, los autos y las naves?.
Me niego a creer que la humanidad sea sólo muerte y destrucción.  Tiene que haber algo más, aunque nos inflen los ojos con tanta miseria, con lo peor del individuo.  Me niego a creer que mi esencia y la esencia de mi especie, se restrinja a disfrutar de la exhibición pública del cadáver de un tirano.  ¿Por qué?  Porque ver al muerto da asco, y da asco saber la forma en que murió (como un animal correteado)  porque amo la vida y amo lo que vive.  Sí, es cierto, la muerte es un proceso natural, pero, matar no tiene por qué serlo.  Y me niego a matar, o  a seguir matando ideas, opiniones, sueños, pensamientos, ilusiones, esperanza y vida.  Porque estamos a los albores de una mejor vida, aunque para ello la tierra sufra y nosotros también.  Tal vez no se traté de saber matar, sino de aprender a  morir.  Como diría Sócrates, matar al hombre viejo para que nazca el hombre nuevo..

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